Ficción y realidad o La realidad y el deseo, título que asignó a toda su obra Cernuda, el poeta del veintisiete qué tanto sufrió la incomprensión de sus coetáneos, el que buscó desesperadamente olvidar un olvido, el que sigue habitando en el olvido de muchas antologías reaccionarias.
De ficción y realidad está hecha la literatura, es la materia prima de los sueños, de las fantasías, de los deseos, que de la mano del artista se va convirtiendo en un poema, un cuento, una novela, una canción...
¿Dónde está la frontera entre ambas? ¿No supera la realidad a veces a la ficción? ¿No es esta una sirvienta de aquella? ¿No es la ficción el escape más sano y elegante que tiene el ser humano para huir de sus miserias cotidianas, de su realidad insoportable? Vargas Llosa lo explica muy bien en su ensayo La verdad de las mentiras.
La ficción se sustenta en la realidad, pero tiene su propio universo, el que comparten escritor y lector. En ese cosmos único todo tiene cabida, y es verdad todo cuanto acontezca si se rige por sus propias leyes, las leyes de la verosimilitud, si no viola el pacto tácito entre el que escribe y el que lee. La ficción puede ser la maravillosa realidad de aquel que habita en una soledad sonora y busca la complicidad de los personajes que pueblan unas páginas en blanco. La ficción hecha realidad en la carne del que se proyecta, del que se mira en el espejo de lo que otro ha creado, es el gran milagro de la literatura.
Quien lo probó... lo sabe. Y quien no lo haya experimentado... aún está a tiempo.
Viernes, 23,32 del día 23 de diciembre de 2011.
No hay comentarios:
Publicar un comentario