martes, 27 de diciembre de 2011

"De la amistad, como del sexo, no hay que hablar mucho, lo mejor es practicarla"



Los amigos son la sal de la vida. Hay que tener muchos, en diferentes lugares, de diferentes colores, tamaños, estaturas y ocupaciones.

Es una visión realista fruto de la experiencia, no brota del egoísmo sino del amor, del amor al prójimo, desinteresado en un principio, en tanto en cuanto no se espera algo a cambio, pero interesado a posteriori porque son personas a las que no se quiere perder, y por tanto de nuestro interés.
Al amigo hay que cuidarlo como a la planta más delicada: regar el cariño, podar las divergencias, abrazar lo que se tiene en común, evitar lo que separa.

El amigo tiene una ventaja sobre la familia: al amigo se elige entre todas las personas que pueblan nuestras vidas; la familia es una imposición.
El amigo no es aquel que está ahí cuando lo necesitas, no, porque a veces no puede estar. El amigo es el que sabes que puedes contar con él en cualquier momento, pero al que no interrumpes en cualquier momento salvo estricta necesidad.

El amigo es el que te acepta en tu globalidad, relativiza los sinsabores de tu vida, es comprensivo con tus errores, se alegra de tus éxitos, comparte tus buenos momentos, llora tus tristezas, asiste tus desvelos, te ofrece sonrisas sobres lágrimas y te habla duramente cuando te hace falta.
De la amistad, como del sexo, no hay que hablar mucho, lo mejor es practicarla.

 Martes, 27 de diciembre de 2011, 23,30

lunes, 26 de diciembre de 2011

"El papel higiénico es una metáfora o una metonimia de las relaciones familiares, por fuera scootex y por dentro el elefante."



Cuando era niña en mi pueblo, en el baño de mi casa -la mayoría de mis amigas no tenían baño- siempre había un papel higiénico color marrón, que rascaba las partes pudendas.

Nunca me quejaba porque formaba parte de mi cotidianidad, al igual que ir a misa los domingos o hacer las camas cada día. Pasados treinta y seis años, vuelvo a casa por Navidad -otra casa, en una ciudad, con los mismos padres, la misma familia-  y hallo el viejo papel "El elefante" que rasca esas partes, muy sensibles ya; observo a mi alrededor y veo una familia desestructurada, miro el papel y veo a mis hermanos, la hermana a la que dejó su marido plantada el día de su boda, que se ha convertido en una histérica compulsiva, el "okupa" divorciado, adicto al sexo que invade espacios e intimidades por doquier, el drogadicto recién salido de la cárcel, incomprendido, al que adoro pero por el que no puedo hacer nada, otro hermano tumbado en el sofá, rascándose la cabeza ajeno a las discusiones, otra hermana que brilla por su ausencia, yo ensimismada con el Iphone escribiendo este artículo, mis padres, vetustos ya que no han sabido unir a la familia... 

Es culpa de ellos? No lo creo. C'est la vie!

Miro a mi familia, miro el papel higiénico, miro al espejo, y me digo: "Como el turrón, he vuelto a casa por Navidad" y todo sigue igual, putrefacto.

Como casi todas las familias españolas, mi familia es una película de Almodóvar.

Y el papel higiénico es una metáfora o una metonimia de las relaciones familiares, por fuera scootex y por dentro el elefante.
Es Navidad.
Lunes, 22,36 del día 26 de diciembre de 2011

viernes, 23 de diciembre de 2011

"La ficción hecha realidad en la carne del que se proyecta, del que se mira en el espejo de lo que otro ha creado, es el gran milagro de la literatura."



Ficción y realidad o La realidad y el deseo, título que asignó a toda su obra Cernuda, el poeta del veintisiete qué tanto sufrió la incomprensión de sus coetáneos, el que buscó desesperadamente olvidar un olvido, el que sigue habitando en el olvido de muchas antologías reaccionarias.

De ficción y realidad está hecha la literatura, es la materia prima de los sueños, de las fantasías, de los deseos, que de la mano del artista se va convirtiendo en un poema, un cuento, una novela, una canción...

¿Dónde está la frontera entre ambas? ¿No supera la realidad a veces a la ficción? ¿No es esta una sirvienta de aquella? ¿No es la ficción el escape más sano y elegante que tiene el ser humano para huir de sus miserias cotidianas, de su realidad insoportable? Vargas Llosa lo explica muy bien en su ensayo La verdad de las mentiras.

La ficción se sustenta en la realidad, pero tiene su propio universo, el que comparten escritor y lector. En ese cosmos único todo tiene cabida, y es verdad todo cuanto acontezca si se rige por sus propias leyes, las leyes de la verosimilitud, si no viola el pacto tácito entre el que escribe y el que lee. La ficción puede ser la maravillosa realidad de aquel que habita en una soledad sonora y busca la complicidad de los personajes que pueblan unas páginas en blanco. La ficción hecha realidad en la carne del que se proyecta, del que se mira en el espejo de lo que otro ha creado, es el gran milagro de la literatura.
Quien lo probó... lo sabe. Y quien no lo haya experimentado... aún está a tiempo.
 Viernes, 23,32 del día 23 de diciembre de 2011.