El género epistolar se va transformado a velocidad de vértigo.
Se van quitando letras, abreviando palabras y llegará un momento en el que ocupará más el formato que el contenido de tanto abreviar.
Con ello las palabras van perdiendo su significado verdadero, hay abreviaturas que hacen daño a la vista, incluso al alma. Por ejemplo TQ, ¿qué es eso? es horripilante.
Reconozco que soy muy convencional con la palabra y su forma de viajar. A la palabra hay que respetarla y mimarla, tratarla bien. La palabra es potente, tiene el poder de albergar esperanza, alimentar y curar almas, consolar corazones doloridos, ofrecer alegría... también puede hacer lo contrario: engañar, herir, matar... es como lo que decía Sem Tob: "Todo depende del uso que se haga de..." ella.
Yo amo las palabras, me regodeo en su fisonomía, navego, buceo en y con ellas. Busco la apropiada cuando quiero crear un texto, la escudriño, la interrogo, la palpo... y cuando la hallo la hago mía y la acaricio.
También me gusta tomar palabras de otros si me gustan, robarlas para luego protegerlas yo y convertirme en escultora del idioma. Las palabras de otros nos enriquecen. No digo nada nuevo. Neruda tiene una sabrosísima prosa poética sobre la palabra.
También me gusta tomar palabras de otros si me gustan, robarlas para luego protegerlas yo y convertirme en escultora del idioma. Las palabras de otros nos enriquecen. No digo nada nuevo. Neruda tiene una sabrosísima prosa poética sobre la palabra.
¿Cómo viajan nuestras palabras? ¿Somos capaces de expresar todo lo que sentimos, pensamos, deseamos, añoramos, soñamos ...? también el poeta se pelea con el rebelde y mezquino idioma, lo importante es intentar elegir la apropiada, perseguir una forma.
Las palabras que se guardan, que se tragan... ahogan. Yo prefiero exponerlas, exhibirlas, lucirlas, dedicarlas, compartirlas. Y elijo las más bellas y sonoras para compartir con el otro, que está hecho a semejanza mía, y también quiere escuchar las que acarician el alma. Pero nunca mutilada. La palabra cercenada está herida de muerte, y se ha inventado el idioma para compartir, porque compartir es vivir.
Las palabras que se guardan, que se tragan... ahogan. Yo prefiero exponerlas, exhibirlas, lucirlas, dedicarlas, compartirlas. Y elijo las más bellas y sonoras para compartir con el otro, que está hecho a semejanza mía, y también quiere escuchar las que acarician el alma. Pero nunca mutilada. La palabra cercenada está herida de muerte, y se ha inventado el idioma para compartir, porque compartir es vivir.
01,13, del domingo, 19 de febrero de 2012.